El escenario económico desde la perspectiva de la sustentabilidad no es una tarea fácil. La dificultad radica entre los
intereses medulares que el régimen de producción actual persigue el capitalismo contemporáneo — y los objetivos de la sustentabilidad.
Ambos son conceptos antagónicos. Es decir, la visión tradicional del desarrollo económico siempre minimizó los componentes
ambientales. Sin embargo, poco más allá de esta contradicción irreconciliable, existe la posibilidad de desdoblar una breve
descripción de cómo podría constituirse aquel escenario.
Una primera aproximación es aceptar que la problemática ambiental se puede describir como un problema económico y
el ambiente puede entenderse como un bien de la misma categoría. Implícitamente, entonces, se reconoce que su capacidad de
prestar servicios es limitada y, al mismo tiempo, que estos servicios son deseados (útiles) y están sujetos a una cierta demanda.
Esta escasez determina que se deban definir reglas para su uso, a fin de no sobre explotarlo o degradar (Aguilera Vidal,
2003). Pero todo esto lo debe hacer una administración correcta, ya que para eso se debe tener conciencia de que vivimos en
un mundo de escasez
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