Los estilos de vida se entienden como la “forma de vida de las personas”. Estos estilos
están “determinados por un conjunto de factores (físicos, sociales, laborales y ambientales) que dependerán
tanto del individuo como del complejo entorno que le rodea, dando lugar a estilos de vida medianamente
saludables”. Conquistar un estilo de vida saludable es una condición necesaria para garantizar niveles básicos
de salud. Sin embargo, la relación del consumo con los estilos de vida se defi ne, por un lado, por el modelo
de crecimiento y, por el otro, por el sistema de producción que se distingue por ser unidireccional, el cual
consiste en extraer, producir, consumir y desechar recursos.
El consumo sin freno eleva el riesgo de agotar los recursos naturales, en tanto que el planeta Tierra es
un bien común fi nito del que una parte de la sociedad humana consume mucho y la otra consume poco. La
intensidad de las actividades antropogénicas está alcanzando los umbrales, de manera peligrosa,
de los bienes más importantes para la humanidad: bosques, agua, aire y suelo. A la
par, se promueve el consumo de productos que han sido diseñados para la “obsolescencia”.
El consumo, defi nido por la publicidad, induce al consumidor a adquirir tan rápido como
le sea posible el nuevo modelo.
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